Asistentes: Alex I, Eugenio H, Javi M, Iñigo B, Álvaro R, Enrique P, Pablo F, Fernando S, Miguel G, Sikai Q, Santi G, Jaime O y Álvaro V.
No sé si nos toca Poli o no, pero prefiero entrenar fuera. Entre otras cosas porque así tenemos la pista entera para nosotros, y porque intuyo que hoy me va a tocar gritar.
La verdad es que ha llegado el momento. Corren más de la cuenta. Luego hacen líneas. Como les cuesta hacer las cosas bien -y me sienta peor por el hecho de haber dejado marchar los dos primeros puntos de la temporada- incluyo alguna que otra flexión en el ejercicio de las líneas. Luego hacen otro ejercicio físico que va de saltar una y otra vez, de un lado a otro. Sé que es agotador. Después, un último ejercicio físico que es todavía peor. Lo llamo "cuclillas".
Tras casi media hora de físico los siento en el área.
Analizamos el empate del otro día. Les pido que, aún tratándose de algo real, dejen de lado el hecho de ser los pequeños en la categoría. No quiero que esta sea nuestra excusa para irnos de vacío éste año. Y por eso les hablo de los intangibles del fútbol: la actitud, el compromiso, saber llevar el ritmo del partido, la unidad, jugar para ganar...
Y ésto me pareció interesante. Jugar para ganar. Éste es el sentido de empezar presionando lo más arriba posible desde el primer segundo: hay que meterse antes que el rival en el partido. Y también es el sentido de rotar a la perfección: tenemos que saber tocar y tocar, esconder el balón, de forma que en finales como el del otro día el rival nunca llegue a creer que nos puede empatar. Y éste es también el sentido de dominar la estrategia -en los córners, los saques de banda, las faltas, los saques de puerta...-: por muy grandes o mayores que sean los rivales, tenemos que saber realizar movimientos tan exactos y precisos, tan concretos, que resulten imposibles de desactivar, y que rompan partidos igualadísimos. Y tantas otras cosas... no ir corriendo a por un balón si vamos ganando, saber quemar los segundos en los saques, presionar al árbitro desde el minuto uno, sacar al rival del partido, hacer la falta precisa con cara de ángel, robar y saber decidir en un segundo si meter una marcha o quitarla...
Eso es oficio. Eso es jugar para ganar, aunque pueda resultar menos vistoso. Y se lo dejé bien claro, el juego bonito sin resultados no sirve para nada. Eso sí, es uno de los caminos más atractivos para conseguirlos. ¿Llegarán a pillarlo algún día? (...). Ilusión.
Lo que pase éste sábado -jugamos contra Irati en su campo- me dará alguna pista, eso seguro.
La verdad es que ha llegado el momento. Corren más de la cuenta. Luego hacen líneas. Como les cuesta hacer las cosas bien -y me sienta peor por el hecho de haber dejado marchar los dos primeros puntos de la temporada- incluyo alguna que otra flexión en el ejercicio de las líneas. Luego hacen otro ejercicio físico que va de saltar una y otra vez, de un lado a otro. Sé que es agotador. Después, un último ejercicio físico que es todavía peor. Lo llamo "cuclillas".
Tras casi media hora de físico los siento en el área.
Analizamos el empate del otro día. Les pido que, aún tratándose de algo real, dejen de lado el hecho de ser los pequeños en la categoría. No quiero que esta sea nuestra excusa para irnos de vacío éste año. Y por eso les hablo de los intangibles del fútbol: la actitud, el compromiso, saber llevar el ritmo del partido, la unidad, jugar para ganar...
Y ésto me pareció interesante. Jugar para ganar. Éste es el sentido de empezar presionando lo más arriba posible desde el primer segundo: hay que meterse antes que el rival en el partido. Y también es el sentido de rotar a la perfección: tenemos que saber tocar y tocar, esconder el balón, de forma que en finales como el del otro día el rival nunca llegue a creer que nos puede empatar. Y éste es también el sentido de dominar la estrategia -en los córners, los saques de banda, las faltas, los saques de puerta...-: por muy grandes o mayores que sean los rivales, tenemos que saber realizar movimientos tan exactos y precisos, tan concretos, que resulten imposibles de desactivar, y que rompan partidos igualadísimos. Y tantas otras cosas... no ir corriendo a por un balón si vamos ganando, saber quemar los segundos en los saques, presionar al árbitro desde el minuto uno, sacar al rival del partido, hacer la falta precisa con cara de ángel, robar y saber decidir en un segundo si meter una marcha o quitarla...
Eso es oficio. Eso es jugar para ganar, aunque pueda resultar menos vistoso. Y se lo dejé bien claro, el juego bonito sin resultados no sirve para nada. Eso sí, es uno de los caminos más atractivos para conseguirlos. ¿Llegarán a pillarlo algún día? (...). Ilusión.
Lo que pase éste sábado -jugamos contra Irati en su campo- me dará alguna pista, eso seguro.
1 comentario:
Hay mucho flipao suelto, aunque en el fondo te comprendo
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