Sábado, 26 de abril.
11:30, Polideportivo Municipal de Murchante.
Llegamos en convoy de tres coches en un día caluroso, veraniego. La frescura de las estrechas calles del pueblo evoca días olvidados, veranos de juventud, trastadas y helados de fresa.11:30, Polideportivo Municipal de Murchante.
El campo es un frontón. El frontón es una pista. La pista es el campo.
Qué chorrada...
Total, que se trata de la típica pista apretada -las gradas en un lado, sobre la línea de banda, y la pared del frontón en el otro-, que parece menor de lo que realmente es.
Hoy empezamos en el vestuario. Les pido que juegen abiertos, pisando las líneas de banda -o tocando la pared, que es lo mismo- para abrir el campo y generar espacio. Recordamos que salimos a jugar unas semifinales de champions, sea lo que sea lo que nos jugamos. Como no sabemos nada de éstos tíos vamos a jugar sin especular, sin mostrar fisuras, yendo a por el partido desde el primer segundo. No hay que darles ninguna opción.
Empieza el partido y nos hacemos con el balón. Rotamos a placer -nos esperan en medio-, buscando las bandas. En nuestra segunda llegada estrellamos el balón en el poste. Tenemos posesiones largas. Ellos solo alcanzan a tirar desde lejos, desde muy lejos. El partido es nuestro, pero falta el gol.
Mediada la primera, en nuestro primer córner, clavamos el movimiento de estrategia y Peter sube el primero al marcador. El único de la primera. Nos vamos al descanso contentos. El partido es nuestro.
¡Pero sólo vamos uno arriba! Hay que matar el partido cuanto antes. No podemos pecar de inocentes.
Arranca la segunda con el objetivo de meter el segundo pronto. Y lo hace Euge al materializar -punterón seco y raso- un contragolpe. Perfecto. Y más juego, más ocasiones. Jugamos muy bien. Hasta que les regalamos el primero. Una mala salida de balón deja a sus delanteros solos ante nuestro indefenso portero. Broncón. Merecido broncón. Y a recomponerse.
Y entonces llega lo mejor del partido. Nos centramos, tocamos atrás, salimos por banda y nos plantamos en el área en superioridad para que Peter empuje el tercero. Es perfecto. Y evitamos que ellos se vengan arriba.
Tras el tercero comienza el baile. Jugamos casi a la perfección, llevando el ritmo, midiendo los tiempos... Javi, el capi, clava el cuarto tras sortear a tres defensas y enchufarla a la base del poste. Peter, de punterón lejano, quita las telarañas de la escuadra antes de meter, él mismo, el sexto, de tacón en la línea de gol, tras contragolpe que termina con tres en el área. El portero temblando, el míster haciendo aspavientos y el árbitro pitando el final.
Y nos vamos, como en los viejos tiempos, relamiéndonos los labios.
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